martes, 10 de enero de 2012

Con el tiempo he notado que una de las características más salientes de la gente pobre es hablar de posesiones en diminutivo.
Ellos no tienen o quieren comprarse una casa; tienen o quieren comprarse una casita.
Tampoco tienen o quieren un auto, sino un autito.
Del mismo modo, tienen o aspiran a un laburito, y así podríamos seguir con la lista.
Es impresionante hasta qué punto el lenguaje de una persona revela el paisaje mental en que transcurre su vida.
En un mundo limitado y pequeño, el lenguaje y las ideas que se articulan también lo son.
Y como los pensamientos y el lenguaje crean la realidad en la que se vive, la consecuente fatalidad de todo esto es una pobreza que se reproduce a sí misma.
Así, la pobreza es, ante todo, una realidad interior que el exterior respeta y traduce.
Ya sé que al escribir esto me expongo a ser tildado de reaccionario, facho, darwinista social o idiota útil de la explotación capitalista, pero más allá de eso (que tengo muy presente y no desdeño) lo que quiero resaltar es hasta qué punto las ideas tienen el enorme poder de trazar nuestro destino.
Ideas, paradigma, cosmovisión.
Existen sobrados ejemplos de personas cuyas vidas dieron un vuelco a partir de un cambio radical en sus pensamientos dominantes.
El mundo, esa realidad multiforme y compleja es, finalmente, lo que nosotros pensamos que es.
Causa, efecto. He ahí una de las lógicas más implacables del universo.
La advirtamos o no.

2 comentarios:

a. dijo...

muy bueno. todo está en uno.

Mr Burzum dijo...

"Es impresionante hasta qué punto el lenguaje de una persona revela el paisaje mental en que transcurre su vida."

El Inconciente está estructurado como lenguaje. JJ Lacan.