miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una de las grandes ventajas de haber vivido en el barro durante mucho tiempo es que el placer se vuelve casi un imperativo moral para todas las cosas. La felicidad y la realización del yo dejan de ser negociables.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ayer, mientras viajaba hacia Martínez, recordé algo que ya había pensado muchas veces (eso hago yo en los viajes en los que me encuentro totalmente solo: pensar y pensar): la gente es adicta a las emociones. Quiero decir, total y profundamente adicta. A veces podemos distraernos un rato con racionalizaciones, ideas bastante precisas de lo que es correcto, lo que conviene, lo que deberíamos hacer, etc., pero basta que nos topemos con algo o alguien capaz de activar el interruptor correcto para que todo el bello edificio se derrumbe. El mundo racional es apenas un simpático decorado con el que nos gusta recubrir nuestros deseos más caprichosos e incomprensibles. ¿Qué nos emociona? ¿Por qué? Responder esa pregunta es tan complejo como develar las razones que nos llevan a tomar un camino y desechar otros. No importa, de cualquier manera. Lo importante es saber que las emociones gobiernan al mundo. Sean capaces de proveerlas y todo les pertenecerá.
 

martes, 14 de septiembre de 2010

Argentina: cuadro de situación

Si hay un rasgo que distingue a Argentina de otros países es que acá, básicamente, todo está en discusión. Un grupo de estudiantes secundarios corta el tránsito en Buenos Aires con la consigna de expulsar al Jefe de Gobierno (¡y la presidente de la Nación les expresa su apoyo!), el abogado de la CGT presenta un proyecto para hacer participar a los trabajadores de las ganancias de las empresas (por supuesto que no de las pérdidas), un secretario de Comercio ingresa a una asamblea de accionistas privados al grito de "acá el dueño soy yo", repartiendo guantes de boxeo, y no solo no es expulsado de su cargo, sino que se lo premia con espacios de poder cada vez mayores, y la lista podría seguir hasta el infinito. Sí, en todos los países existen conflictos, pero acá hemos llegado al punto de discutir los fundamentos mismos de cualquier convivencia civilizada. Me refiero a los conceptos de libertad, orden y ley. Contrariamente a lo que piensa buena parte de la izquierda reaccionaria argentina, la ley es el presupuesto básico de la libertad. Sin ley no hay libertad porque impera la voluntad del más fuerte y la arbitrariedad lisa y llana. El problema es que la libertad presupone también una cuota enorme de responsabilidad personal. Forjarse el propio destino, no esperar tutelas de ningún tipo que garanticen nuestro bienestar, en fin, el abandono de la mentalidad infantil con su interminable cadena de paternalismos. Así estamos. Perdidos pero sin la menor intención de superarnos.

martes, 7 de septiembre de 2010

Mañana me voy a comprar una nueva guitarra. Realmente hacía muchísimo tiempo que no sentía tantas ganas de ponerme a tocar. El nuevo juguete es, por supuesto, una SG. Mi relación con la música es una de esas pocas cosas que jamás ha fallado. Mutan los estilos y el lugar en donde decido pararme. Lo que nunca muta es la intensidad.