lunes, 18 de abril de 2011

Historia de un insecto

El viernes a la noche, antes de irme a acostar, noté la presencia de un extraño insecto apoyado del lado izquierdo de la pared sobre la que da el monitor de mi computadora.
De color verde, con unas alas sospechosas, despertó mi instinto de supervivencia y terminó literalmente aplastado en el exacto rincón sobre el que segundos antes se posaba. El golpe fue tan certero que la lámina en que quedó convertido no llegó a distorsionar en absoluto sus formas, iniciando a partir de entonces un proceso de secado que al día de hoy parece haber concluido.
El hecho es que tengo a Pedro (así lo bauticé) en el ángulo superior izquierdo de mi monitor y cada tanto, involuntariamente, se cruza con mi mirada. Más de una vez he pensado en ir a buscar un trapo para hacerlo desaparecer, pero por uno u otro motivo no me decido a hacerlo. Me pregunto si tal vez algún día alguien lo mirará con la misma fascinación con que yo mismo contemplé unas hojas de helechos del Triásico en Ischigualasto y si terminará petrificado y acaso sobrevivirá a su verdugo y al monitor que oficia de centinela a escasos centímetros. Porque claro, uno decide dar muerte a un pobre insecto, pero no decide las consecuencias que ese mísero acto puede eventualmente acarrear. Como decía, podría ir a buscar un trapo y terminar con todo el asunto y dejar toda esta serie de disquisiciones banales a un lado. Pero por alguna razón no lo hago, y me pregunto cómo terminará la historia de Pedro y la mía. Verlo posado sobre la pared me generó el impulso de aplastarlo. Verlo aplastado contra la pared me inclina, en cambio, hacia los caprichos del azar.

martes, 12 de abril de 2011

Levedad

Hay días en los que literalmente quisiera desintegrarme.
Hoy es uno de esos días.

viernes, 1 de abril de 2011