viernes, 20 de enero de 2012

Ayer, mientras veía un poco de tele, enganché una de esas típicas peleas de gran hermano (me resulta increíble que se siga haciendo ese programa; no sé cuántas ediciones lleva ya, en fin...).
En este caso, el cruce era entre un flaco (putazo) y una mina.
El punto es que en un momento ella le decía algo como "me la banco porque estamos acá adentro; si estuviéramos afuera te re cago a trompadas".
¿Pueden creerlo? Ella, una mujer, amenaza a un hombre con cagarlo a trompadas.
Por su parte él, un hombre, no siente atracción por las mujeres sino, claro, por los hombres.
Ya sé que no tiene sentido sacar ningún tipo de conclusiones a partir de un hecho puntual, pero la frecuencia con que veo este tipo de cosas no puede menos que llamarme la atención.
Lo confieso: el desorden de roles que desde hace años estamos viviendo no deja de sorprenderme.
Demasiadas mujeres renegando de su naturaleza y sin la menor dosis de femineidad.
Demasiados hombres acobardados, faltos de carácter y sin la menor dosis de dignidad.
Pero claro, ¿qué hacer cuando se ha instalado con tanta fuerza la idea de que todos los roles hombre/mujer del pasado son una mera arbitrariedad pergeñada por un género para someter al otro? De ahí al resentimiento y la culpa hay un solo paso.
Ha habido opresión, eso es innegable. Pero también es innegable que hay una dimensión biológica, evolutiva, que explica infinidad de comportamientos.
El problema en este campo de las relaciones es que se ha instalado la falacia de la igualdad.
Así como la religión ha jodido completamente la fisiología y el equilibrio emocional del ser humano con sus infinitas trabas a la sexualidad, del mismo modo (en mi opinión) esta falacia de la igualdad y esta confusión total de roles está destruyendo completamente el equilibrio yin yang en las relaciones hombre/mujer.
Así las cosas, ¿a quién puede sorprenderle el grado de alienación en que vivimos?

No hay comentarios: