martes, 6 de diciembre de 2011

Felipe

Escena 1: Voy a casa de mi hermano a visitar a mi sobrino. Mi hermano aparece con el carrito, abre la puerta del edificio y baja el escalón que separa el hall de entrada de la calle.
El carrito golpea levemente al bajar. A los dos segundos mi sobrino, Felipe, empieza a llorar como si se acabara el mundo. "Pobre, se asustó con el golpe", pienso.
Veo cierto fastidio en la cara de mi hermano. "Se asustó con el golpe", le digo.
"No", contesta. "Es por vos; el otro día con Joaquín hizo lo mismo". "En realidad ahora está haciendo esto con los hombres; con las minas, no".

 Escena 2: Estoy en la casa de mi "hermana". Hace mucho que no voy. Está cargando a la nena y me la ofrece. "Ni en pedo, Caro, hace mucho que no me ve, no se debe acordar de mí y se va a largar a llorar (en el momento de la escena la nena tiene 4 años y la última vez que la ví tenía 2 y 1/2)". "No, nada que ver, con los hombres no llora".
Dudando, previendo la fastidiosa escena de llanto y devolución de la carga, acepto.
Para mi sorpresa, efectivamente, la nena no llora, me abraza y me apoya la cabeza sobre el hombro.

 ¿Habrá alguna relación entre estos dos hechos? ¿Será como dicen, finalmente, que un hombre proyecta en toda mujer (de alguna manera) a su madre, y una mujer en todo hombre (de alguna manera) a su padre? Quién sabe. Lo cierto es que por ahora mi sobrino llora al verme.
Ya llegarán los años de complicidad.

3 comentarios:

Sk dijo...

Curiosas las dos escenas.

Yo creo que algo de verdad hay en esas proyecciones. Para bien y para mal.

Kco dijo...

ayer a la tarde salí a comprar un poco de pescado. salí tarde, estaba cerrada la pescadería.

en el camino (dos cuadras) me lo cruzo a alejo con felipe (vivimos a tres cuadras).

recordando la última vez que cuando lo había saludado se había largado a llorar como si yo fuera un monstruo horrendo, me agaché, lo saludé, le dije unas palabritas y le hice una caricia en el piecito.

medio segundo, arrugó la jeta y empezó a llorar como un condenado a tormentos eternos.

las madres nos hacen boludos. esa es casi una máxima universal.

un profesor de matemática del primario (a quien yo odiaba, por esto mismo que felipe llora ante los hombres) decía "mamá haceme grande que boludo me hago solo".

obvio que en ese momento me caía antipático él y su manida frase.

hoy, 26 años después, entiendo perfectamente a qué se refería y siento una especie de conexión con él.

el tiempo hace que los chicos después sean compinches con los hombres (aunque siempre se guarden un lugar muy especial, único, para el gran amor imposible que es la madre).

Julián dijo...

100% de acuerdo.

muy buena la frase del negro. tenía toda la razón el tipo.