Así como en los años 40 y 50 el jazz tuvo su cénit creativo, lo mismo puede decirse del rock en los 60 y 70. A cuarenta años de distancia, y con honrosas excepciones, se hace cada vez más claro para mí que lo mejor del rock ya pasó. No va a morir, del mismo modo que no murió el jazz. Seguirá habiendo gente que lo toque y, sobre todo, gente que lo escuche, entre otras cosas porque ningún género ha captado tan bien el espíritu contestatario y rebelde de la adolescencia ni tiene esa constante vocación celebratoria que por momentos llega al paroxismo (en ese sentido, se podría decir que el bebop y el hardbop son sus antecesores).
Lo maravilloso del rock es, además, que uno todavía puede ver a varios de sus más grandes creadores. Paul Mc Cartney, David Gilmour, Roger Waters, Toni Iommi, Jimmy Page, Ray Davies, Keith Richards, Angus y Malcolm Young, etc. A quienes de alguna manera nos importa, deberíamos sentirnos agradecidos de esa posibilidad. Somos los últimos y privilegiados testigos de una gran historia.
3 comentarios:
N sé mucho sobre música, o sea, obviamente la escucho, pero no soy un gran crítico o analísta en ese tema, ni siquiera sé lo que es solo, para mí es "me gusta" o "no me gusta". Eso sí, me encanta la música de Fito Páez.
Si sacás la hojarasca, me gusta/no me gusta es lo único que queda. Finalmente todos nos movemos con ese arbitrario filtro.
Mi primer recital de rock fue uno de Fito Páez en el Superdomo de Mar del Plata. En ese momento Fito venía de hacer "El amor después del amor". Un gran disco. Yo no era fanático de él ni mucho menos, pero con 15 años el concepto "recital de rock" en sí me hacía hervir la sangre y ese fue el primero que se presentó. Pero bueno, digamos que la música en general ha ocupado siempre un lugar muy grande en mi vida. La he escuchado, la he tocado, la he compuesto. En fin, respiro música.
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