Si hay algo que aprendí de Daniel Goleman es a reconocer cuando alguien empieza a empantanarse emocionalmente y a tratar de justificar su desborde con racionalizaciones ridículas. Lo detecto a kilómetros. Secuestro emocional era el término, si la memoria no me falla. El punto es que en ese momento en que la persona se siente ofendida, desafiada, etc., las emociones invaden el cerebro racional y ya no hay vuelta atrás. La discusión sigue y el secuestro emocional aumenta. Se libra una batalla de egos y ya resulta imposible cualquier clase de diálogo. Y aunque uno no puede impedir (necesariamente) ese secuestro, dado que es imposible anticipar todas las variables de una conversación por las cuales el otro puede sentirse agredido, sí podemos impedir que la pelea llegue a niveles absurdos. La alternativa es simple: abandonar la conversación. Decir "no estoy dispuesto a hablar en estos términos". Punto. Irse. Si no hacemos eso las cosas pueden terminar realmente mal. Los motivos de la pelea ya no son los mismos. Es mucho más subterránea y quedan implicados elementos que ni siquiera nosotros tenemos del todo claros. Hay que tener mucho cuidado. La capacidad de daño que tienen este tipo de situaciones es infinita.
4 comentarios:
Por supuesto que para reconocer ese mecanismo en los demás primero es necesario ser capaz de reconocerlo en uno mismo.
Qué buen libro el de Goleman.
Conócete a ti mismo y conocerás al resto.
Kco
(Filósofo de cafés contemporáneo)
jejeje.
Yo debo ser otro. Seguro.
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