viernes, 6 de agosto de 2010
Dice Donald Trump en "El arte de la negociación" que cuando alguien, por ejemplo, nos hace una oferta de 80 en un negocio que involucra un monto de 100, queda muchísimo más satisfecho si nosotros contraofertamos 90 en lugar de aceptar sin reparos su oferta inicial. La pregunta obvia es: ¿cómo es posible que alguien que ofertó 80 se quede más contento si contraofertamos 90 en lugar de aceptarle sus 80 iniciales? Se supone que 90 es menos beneficioso para él. Bueno, la razón es simple: si aceptamos 80 su pensamiento inmediato es algo así como "puta, qué fácil aceptó; podría haber ofertado 60 y seguro que me lo dejaba en 70". Si en cambio hicimos la contraoferta de 90, su pensamiento tiende más a parecerse a algo como "bueno, conseguí una baja de 10, y está claro que ese es su piso, porque se mostró bastante firme; no está mal, después de todo, estamos a mitad de camino entre su precio y el mío". Lo interesante de esto es que he empezado a notar cómo funciona maravillosamente bien en otros órdenes de la vida. Hay una tendencia humana (bastante extendida) a apreciar mucho más aquellas cosas que han sido difíciles de conseguir. Concepto de escasez. Lo que no abunda debe ser mejor (en general, no importa si en verdad lo es, lo que importa es la percepción relativa del otro). Habría que tener esto mucho más presente.
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