Más de una vez me he preguntado por qué, a pesar de tener buena onda con los nenes (conceptualmente; lo cual deja siempre a salvo las excepciones), la idea de ser padre no deja de producirme cierto terror.
Me gusta la idea de dejar una descendencia y, sobre todo, la posibilidad de transmitir a un niño mi visión del mundo, las cosas esenciales que siento que he aprendido y que creo que lo ayudarían a transitar la vida con una aceptable sensación de felicidad, gratitud y empatía.
Por momentos tengo la sensación de que podría criar muy bien a alguien, potenciarlo, ayudarlo a alcanzar su máxima expresión posible. Entonces otra vez la pregunta: ¿por qué el temor a emprender esa aventura, a ejercer ese rol que, de alguna manera, podría ser tan enriquecedor?
Más allá del hecho de que la paternidad es el final de un proceso en el que yo claramente no me encuentro, tengo la impresión de haber dado con la respuesta. Ser padre significa que el ciclo de la vida ha arrancado nuevamente, que una nueva rueda ha echado a andar y que nuestra generación empieza a ser reemplazada por la siguiente.
Pienso que es esa pequeña muerte (y la sensación de que yo mismo no he logrado aún mi mayor potencial) lo que me aleja. Porque claro, hace ya mucho tiempo que convivo con la idea de crear por encima de uno mismo, la idea de que los hijos tienen que ser una de nuestras más grandes y mejores obras. Y eso no es posible en la medida en que no hayamos terminado con otra mucho más básica y fundamental: la construcción de nosotros mismos.
Puede que sea eso. O puede también que sea yo una persona inmadura y por lo tanto incapaz de afrontar semejante responsabilidad. Después de todo, y aunque el mundo nunca me haya resultado un lugar fácil de habitar, siempre he contado con el recurso de quedarme solo y no tener que lidiar más que conmigo mismo.
8 comentarios:
¿A qué viene todo esto?
Reflexiones que facilita la llegada de un primer sobrino.
Primer sobrino? Supongo que no es de Kco, verdad?
Por encima de toda reflexión, que me parece acertada, la decisión de tener hijos para mí, la marca o la dicta un instinto, impulso o sentimiento visceral. El cuerpo te lo tiene que pedir. Otra cosa es meditar si estamos preparados o no, si es el momento oportuno y si las circunstancias son favorables.
Aún así, es una decisión que tiene que generar algo de miedo. Nadie nace sabiendo ser padre. Es una responsabilidad muy grande. Quizás la mayor responsabilidad a la que se enfrenta un hombre o una mujer. Pero al final, si el deseo de tener un hijo es el que prima, todo lo demás vendrá solo. El movimiento se demuestra andando. Lo básico está en cubrir al hijo emocionalmente.
"Más allá del hecho de que la paternidad es el final de un proceso en el que yo claramente no me encuentro"
Hasta que leí eso estaba celosísima.
:D
No, no, es de Alejo, mi hermano mayor.
Sí, seguramente es así, algo puramente instintivo y animal.
Razonarlo mucho quizás sea señal de estar lejos.
"buey solo bien se lame"
jejeje, la frase de cabecera del Dandy.
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