miércoles, 11 de agosto de 2010

Inteligencia emocional

Si hay algo que aprendí de Daniel Goleman es a reconocer cuando alguien empieza a empantanarse emocionalmente y a tratar de justificar su desborde con racionalizaciones ridículas. Lo detecto a kilómetros. Secuestro emocional era el término, si la memoria no me falla. El punto es que en ese momento en que la persona se siente ofendida, desafiada, etc., las emociones invaden el cerebro racional y ya no hay vuelta atrás. La discusión sigue y el secuestro emocional aumenta. Se libra una batalla de egos y ya resulta imposible cualquier clase de diálogo. Y aunque uno no puede impedir (necesariamente) ese secuestro, dado que es imposible anticipar todas las variables de una conversación por las cuales el otro puede sentirse agredido, sí podemos impedir que la pelea llegue a niveles absurdos. La alternativa es simple: abandonar la conversación. Decir "no estoy dispuesto a hablar en estos términos". Punto. Irse. Si no hacemos eso las cosas pueden terminar realmente mal. Los motivos de la pelea ya no son los mismos. Es mucho más subterránea y quedan implicados elementos que ni siquiera nosotros tenemos del todo claros. Hay que tener mucho cuidado. La capacidad de daño que tienen este tipo de situaciones es infinita.
 

lunes, 9 de agosto de 2010

Cuentos inconclusos

"Al salir del edificio, O’ Connor sintió por fin que las cosas empezaban a mejorar. La separación de Claudia, la muerte prematura de su padre, todo parecía ahora una pesadilla absurda que lo había dejado paralizado durante casi un año. Sí, tenía que mudarse. Su vida se había poblado de fantasmas y necesitaba un lugar donde acallar su pasado. Además, el departamento era muy lindo. Eso era innegable. Por fin podría vivir en un lugar acorde con sus expectativas y, por qué no, con sus necesidades. Un hombre afortunado. Eso había dicho el martillero al salir del edificio y O’ Connor estaba ahora dispuesto a creerlo. Al menos por un tiempo. Se subió las solapas del sobretodo y siguió caminando, distraído, hasta perderse por uno de los túneles del subterráneo..."

viernes, 6 de agosto de 2010

Dice Donald Trump en "El arte de la negociación" que cuando alguien, por ejemplo, nos hace una oferta de 80 en un negocio que involucra un monto de 100, queda muchísimo más satisfecho si nosotros contraofertamos 90 en lugar de aceptar sin reparos su oferta inicial. La pregunta obvia es: ¿cómo es posible que alguien que ofertó 80 se quede más contento si contraofertamos 90 en lugar de aceptarle sus 80 iniciales? Se supone que 90 es menos beneficioso para él. Bueno, la razón es simple: si aceptamos 80 su pensamiento inmediato es algo así como "puta, qué fácil aceptó; podría haber ofertado 60 y seguro que me lo dejaba en 70". Si en cambio hicimos la contraoferta de 90, su pensamiento tiende más a parecerse a algo como "bueno, conseguí una baja de 10, y está claro que ese es su piso, porque se mostró bastante firme; no está mal, después de todo, estamos a mitad de camino entre su precio y el mío". Lo interesante de esto es que he empezado a notar cómo funciona maravillosamente bien en otros órdenes de la vida. Hay una tendencia humana (bastante extendida) a apreciar mucho más aquellas cosas que han sido difíciles de conseguir. Concepto de escasez. Lo que no abunda debe ser mejor (en general, no importa si en verdad lo es, lo que importa es la percepción relativa del otro). Habría que tener esto mucho más presente.

miércoles, 4 de agosto de 2010


Después de mucho tiempo, casi podría decir que he redescubierto este disco. No es que antes no me gustara. Para nada. Pero ahora, por alguna extraña razón, se ha convertido en uno de mis favoritos. Representa buena parte de lo que para mí significa el rock: exploración, juego, libertad, diversión, autenticidad. Y me seduce por muchas cosas: por la coctelera de estilos que es, por el hecho de que lleva su tiempo adoptarlo como favorito, por la forma en que fue creado y el mundo de historias que lo rodea. Exile on main street, un disco rarísimo, mítico, hermoso.