martes, 29 de marzo de 2011

Terapia

Hace ya un tiempo que noto cierto patrón en mis sesiones con el analista y es que se extienden bastante más de la cuenta. Digamos, una sesión de 30 minutos suele durar 40, incluso a veces 45. No tengo la más remota idea de si esto es algo normal, una suerte de estándar para los analistas, sobre todo teniendo en cuenta que muchas veces es casi criminal cortar cierta hilación de un paciente que acaba de entrar en arenas movedizas. Pero el punto que quería remarcar es que me gusta sentir que mi analista se engancha con lo que le estoy contando, no porque eso sea importante en sí (lo importante en una terapia soy yo, y la capacidad de mi analista de ayudarme a pensar) sino porque la impresión de que es así facilita el hecho de soltarme e intentar comunicar al menos una parte de mí. Y digo una parte porque claro, las cosas que tendría que contar son tantas y por momentos es tan difícil tratar de hacerle entender a otro qué cosas se han vivido, por qué se actúa como se actúa y, finalmente, cuáles son los pequeños y grandes acontecimientos que lo han llevado a uno a ser quien es, que a veces no dan ni ganas de empezar. Lograr esa transferencia de emociones es una de las cosas más complicadas del mundo. Con todo, el intento quizás valga la pena. Aunque más no sea para escucharse a uno mismo en voz alta y en compañía de un testigo (asumámoslo) calificado.

4 comentarios:

Sk dijo...

Aquí en España está como mal visto hacer terapia a no ser por recomendación médica. Porque exista algún problema o diagnóstico que lo aconseje. Es muy raro que alguien vaya a terapia solo por ahondar un poco más en si mismo (que no es poco). Aquí solemos despreciar mucho la psicología y la psiquiatría. Hay una cosa como de verguenza o miedo a ser etiquetado de loco o débil. Más bien lo segundo. Triste.

¿Te ha costado mucho hablar de ti mismo?

Kco dijo...

esta es la tierra de freud. casi te diría que se mira como de costado a quien no pasó jamás por un consultorio.

yo me analicé dos años y me gustó mucho la experiencia.y dejé de ir por problemas de horarios.

Julián dijo...

Tal cual. Acá se hace un culto de hacer terapia. Igual te digo una cosa, Sk: yo estoy demasiado ocupado tratando de mejorarme a mí mismo como para que me condicione la opinión ajena. Para mi débil es quien no tiene voluntad de superarse.

Julián dijo...

La verdad es que a esta altura ya me van quedando muy pocos prejuicios. Si creo que algo me puede aportar, venga. Si no me aporta, chau, a otra cosa. Hago terapia, leo a Tony Robbins, a Napoleon Hill, lo que sea. Tengo demasiadas inquietudes como para ser prejuicioso.