lunes, 3 de enero de 2011

Sugar blues

Me acuerdo que hace unos cuantos años vi por tele una película llamada "La cosa". De escaso mérito artístico pero pródiga en truculencias, giraba en torno a un comestible maligno fabricado en cantidades industriales por una oscura empresa. La sustancia en cuestión, blanca, viscosa y fraccionada en potes similares a los de un queso crema, terminaba generando una adicción terrible en todo el mundo y destruyendo completamente sus organismos. La comían en el desayuno, el almuerzo y la cena e incluso en los estadios terminales de la adicción solo tenían eso en sus heladeras.
Por alguna razón me acordé de esta historia justo en estos días en que empiezo a combatir contra una de las peores e insospechadas basuras que me ha acompañado a lo largo de mi vida: el azúcar. Al igual que "la cosa", un producto tan innecesario como dañino y que va destruyendo el cuerpo pacientemente. No creo que sea exagerado calificarla de droga: cero valor nutritivo, generadora de un descalabro orgánico, psicoactiva y con síndrome de abstinencia. Como dice el autor del libro que estoy leyendo ("Sugar blues", de William Dufty): uno nunca sabe que es adicto hasta que toma la decisión racional de librarse de algo y descubre que no puede hacerlo o que en todo caso podrá hacerlo a costa de un gran esfuerzo. Es duro descubrir que uno ha vivido echándole veneno al cuerpo.

10 comentarios:

Julián dijo...

Y lo de veneno no lo digo simplemente por el azúcar. La industria alimentaria es una máquina de producir veneno. Conservantes, estabilizantes, colorantes, aromatizantes. Ni los vegetales se salvan, con los putos agroquímicos. Uno está cercado por el veneno. Casi hay que convertirse en un marginal para comer sano. Todo lleno de químicos, todo mierda. Después se sorprenden de la cantidad de gente con cáncer.

Sk dijo...

Pues... yo soy una adicta al azúcar. Al azúcar blanco. Yo en vez de café con azúcar tomo azúcar con café.

Kco dijo...

es duro no saber que es un veneno, porque mediando esa conciencia, uno se maneja con la misma prudencia con la que maneja, digamos, las drogas ilegales. o sea, uno puede drogarse, puede tener etapas de bajofondo, pero sabe que en algún momento (más pronto que tarde) tiene que volver a la superficie.

Julián dijo...

Sk, no sé qué es para vos azúcar con café, pero yo a una taza grande de café con leche le ponía 4 cucharadas de azúcar cargadas (no al ras).
A eso siempre lo acompañaba un alfajor (uno grande o dos chicos) o dos generosas rodajas de budín. Desayuno y merienda (conocido genéricamente como "el te de la tarde", que puede ser te o café).
A eso, obvio, habría que adicionarle un jugo de naranjas (o licuado de banana) diarios, más 3 días de la semana tomando 7 Up más algún pedazo de torta o chocolate los fines de semana. Y claro, el azúcar oculto que yo ni sabía que consumía, como el del pan lactal.
En resumen, un verdadero adicto a la sacarosa, como casi todo el mundo. No somos ni remotamente conscientes de lo destructivo que es ese producto en el largo plazo. Todo aquel que esté mínimamente interesado en su salud debería eliminar por completo el consumo de azúcar blanca y reducir al mínimo el de azúcar integral o miel.

Julián dijo...

Exacto, Joaquín, una cosa es reventarse a conciencia y otra mucho peor es reventarse sin saberlo. Como con la sal común, por ejemplo. Yo no sabía que la marina era casi igual pero sin químicos. El problema es que en ningún lado nos enseñan una mierda de nutrición, y es algo básico para nuestra salud física y emocional. Yo por ejemplo lo único que conocía del páncreas es el nombre. Recién hace unos días, leyendo sobre el azúcar, empecé a entender cómo funciona y su relación con la glucosa. En fin, como dijimos una vez, occidente es una fábrica de enfermos; y los enfermos son un gran negocio.

Sk dijo...

Exactamente echo de azúcar tanta como tú. Cuatro cucharadas generosas y una pizquita. La pizquita creo que lo hago por manía. Bueno, digo cucharadas pero utilizo cucharilla de café, la pequeñita, no la grande. El azúcar blanco a veces me la como a cucharadas directamente del azúcarero. Me encanta mordisquear y disolver en mi boca el azúcar en terrones.

Sk

Sk dijo...

"En fin, como dijimos una vez, occidente es una fábrica de enfermos; y los enfermos son un gran negocio."

Una vez en un documental donde hablaban de toda la basura oculta de los alimentos, dijeron una cosa que a mí me dejó ojiplática. Las colas, refrescos, bollería industrial, pastelitos, hamburguesas y todo tipo de mierdas que solemos consumir para comer, por no sé qué movidas de enzimas y demás procesos digestivos, crean adicción.

Y eso lo saben los señores que luego nos las venden.

Julián dijo...

En mi caso hablo de cucharas de café pero de las grandes, no de las más chiquitas. O sea, serían las grandes dentro del rango de las chiquitas. Una barbaridad.

Lo de la industria es así. ¿Por qué razón le ponen un poco de azúcar al pan lactal, que supuestamente es salado? Para crear adicción, lisa y llanamente. Lo de las bebidas cola es aún peor. Tienen una acidez terrible, y si no nos damos cuenta es por las cantidades descomunales de azúcar que les ponen, justamente para que no notemos la acidez. Una Coca Cola es una orgía de azúcar, además de toda la basura adicional que tiene.

Sk dijo...

No te hacía yo goloso o tan aficionado al azúcar. Te veía más de salao.

Julián dijo...

Históricamente siempre fui más de salado que de dulce, pero en estos últimos tiempos me desbarranqué un poco con el café con leche y los dulces que lo acompañan (alfajores o budín). Ahí estuvo mi perdición. Pero nunca he sido de los que necesitan postre después de la comida. Pero bueno, como decía, ya con lo del desayuno + merienda es un festival de azúcar. No digo que no lo haga mucha gente o que sea raro, pero es un pésimo hábito que ya mismo he erradicado. Así, puf, de un plumazo. Puedo ser muy drástico cuando me lo propongo.